Tras las sonada granizada por tierras sorianas, en la segunda quincena de agosto, sólo quedaba empezar la cuenta atrás.
Transcurrido el tiempo reglamentario mi amigo de fatigas (Francisco San Martin) y el que suscribe decidimos dedicar una jornada a los rebollares o melojares sorianos. Las expectativas se cumplieron.
Empezamos con nuestro amigo «el rey».
El terreno era propicio para las boletáceas.
El exquisito y aromático hongo negro.
No muy lejos de él su hermano el boleto reticulado o de verano.
El fotogénico Leccinum
Bonitos boletus no comestibles.
El parasol o galamperna, temprana especie, que raro es el año que no se la pueda ver y degustar
Y como no, la «reina»
Como siempre, nuestras tierras vecinas no nos fallaron.
Pero allí estaban también sus peligrosas hermanas gemelas